dimecres, 19 de setembre del 2012

SOBRE LA CREENCIA EN SERES IMAGINARIOS

El contagio de cobardía moral ha continuado su curso normal estos días, a la vista de que periodistas, filósofos, sociólogos y librepensadores de todo el abanico ideológico han empezado a reconsiderar nuestras libertades personales a la luz de esa sadomasoquista furia conocida como  la "sensibilidad religiosa" entre los musulmanes.
Se han oído voces apelando al "equilibrio" que ha de ser encontrado entre la libertad de opinión y la libertad religiosa, como si esta última pudiese ser infringida por la existencia de un video. De tal manera el "bullying" religioso ha calado en nuestra sociedad, que la confusión moral ha empapado a seculares, humanistas y agnósticos de todo tipo hasta convertir a la mayoría en parte del mismo mecanismo.

Consideremos lo que realmente ha pasado estos días: un porcentaje no aclarado de la comunidad internacional musulmana está demandando que todos los no musulmanes sigan y respeten la ley islámica. Y cuando no recurren directamente a la violencia, amenazan con ella. Puede que llevar pancartas donde se lea "Decapitad a los que insultan al profeta", cuente como protesta pacífica, pero también es un seguro de que si aquel que muestra ese mensaje tuviera algo más de poder, sangre infiel correría por las calles. Este tipo de premisa está abonada, por supuesto, en sociedades teocráticas como las musulmanas, aunque sería injusto darles todo el mérito; ni el cristianismo, en todas sus variantes, ni el judaísmo parecen mostrar mucha más comprensión y respeto por la vida humana. Dirigir un film como "La inocencia de los musulmanes" en Oriente Medio, aunque se censure en Youtube y en todas las redes sociales globales, es un suicidio asegurado.

Pero…qué exactamente muestra el video? Quién lo hizo? Cuáles eran sus motivos? Realmente se ridiculiza a Mahoma? Era el Corán lo que se quemaba en él, o era otro libro? Estas cuestiones son en realidad obscenas. Esta es la linea que debe ser trazada sin disculpa: La gente es libre de quemar este o aquél libro, de criticar a Mahoma o a otro ser humano cualquiera, imaginario o no. Que nadie olvide esto.

En situaciones como esta inevitablemente escuchamos a gente que no cree en el paraíso defender la idea de que la religión es tan solo una manera de canalizar la insatisfacción popular. Pero la verdadera fuente del problema se puede buscar en el historial de agresión occidental en las regiones árabes. Son las políticas exteriores del primer mundo lo que esa gente odia, no nuestra libertad de expresión. Pero es que incluso eso es irrelevante a cierto nivel. La realidad de fondo es que la religión sólo funciona como pretexto de violencia política porque millones de personas creen de verdad en lo que dicen que creen; que crímenes imaginarios como la blasfemia y la apostasía son motivo de muerte.

Otra constante que encontramos con facilidad en los supuestos círculos de pensamiento libre es la afirmación de que todas las religiones son iguales, y que defender lo contrario es un signo de discriminación. Lo exacto sería aceptar que un término como "religión" es parecido a "deporte". Algunos deportes son pacíficos pero espectacularmente peligrosos (la escalada libre, por ejemplo), otros son más seguros y no obstante violentos (boxeo, algunas artes marciales) y otros conllevan el mismo riesgo que ducharse en casa sin esas pegatinas antideslizantes en el plato o bañera, (como los bolos o el bádminton). Hablar de "deportes" genéricamente no dice mucho sobre nuestras capacidades de argumentación, y sobre todo no explica nada sobre la actividad que realiza el practicante, ni de sus atributos o habilidades. Qué tienen en común todos los deportes, a parte de la necesidad de respirar? No mucho. El concepto "religión" es difícilmente más útil.

Por ejemplo, por ridículas que sean las afirmaciones del mormonismo (una religión basada en plagios de otras, malentendidos y mentiras alucinantes) tengo por seguro que escribir esta última frase no va a significar mi muerte o amenaza de ella, al menos no en manos de un mormón irado.

Lo más grave de todo es que se ha perdido la impresión de que la libertad de pensar en voz alta sobre algunos temas sin miedo a ser perseguido o atacado es más importante que cualquier creencia íntima. Es posible que incluso esa libertad se haya perdido ya. Nadie debe pedir perdón por reírse de ideas absurdas como la blasfemia, el pecado o la condena eterna.El que consideremos estas mofas de buen o mal gusto no tiene nada que ver con el fondo del asunto.

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